TENSION EN FRANKFURT

En uno de los primeros viajes a Europa, mi esposa y yo, éramos muy jóvenes e inexpertos. Tal vez muy cándidos.

Estando en el hotel de esta ciudad, nos familiarizamos con una pareja de mayores coterráneos y recorrimos algunos lugares de manera conjunta. Ellos tenían una hija que estudiaba arquitectura y como nosotros dos lo somos, nos pidieron que le compráramos unas lapiceras especiales para esa profesión. Nos dieron la plata para hacerlo y nosotros, marchamos a la tienda especializada.

Al momento de pagar, (en esos tiempos que no existía el Euro como moneda oficial y se lo podía hacer en Marcos o en Dólares y sin tarjetas de créditos) notaron que uno o varios billetes eran falsos y tuvimos un momento de alta tensión y a punto de ser detenidos, tan solo por ser comedidos…

Por suerte, el entredicho no pasó a mayores, tal vez porque comprendieron nuestra acción sin culpas, pero quedó como moraleja y consejo, que nunca se deben realizar esos actos de solidaridad (como trasladar valijas o equipajes a extraños) sin tener la certeza de sus buenas intenciones.

Al día de hoy y a pesar de las disculpas del caso, nunca supimos si actuaron de mala fe, aunque nos quedó impreso a fuego, esta advertencia.