Cuento breve 4
CHANEL Nº 22
Las fragancias florales son comunes en productos dirigidos a la mujer. Chanel No 22, creado por la mítica modista en 1922, es un ejemplo de ello y el componente es una mezcla de beta-fenil-etil-alcohol, linalol y metil-dihidro-jasmonato. Los investigadores concluyen a partir de sus resultados que el olor de las fragancias puede aumentar y disminuir los niveles de hormonas humanas. El efecto es tan fuerte, que es muy posible que influyan en el comportamiento sexual humano.
Natalio es un rudo campesino del suroeste de Brazil. Vive en una pequeño rancho muy entrado en la selva de Guará, un poblado perdido a escasos cuarenta kilómetros de Rosario do Sul y su vida de 37 años, es tan simple, opaca y monótona que no ha podido superar el trauma de no tener hijos, a pesar que su Eudige, morocha petisona pero robusta, acepta gustosa acostarse casi todas las noches sobre el colchón prestado de su patrón.
El joven trabaja de sábado a sábado y muy pocas veces se adentra al pueblo, hace changas como hachero en el desmonte de las vecinas sierras coloradas y su compañera, cocina, limpia la casa y el corral.
Diametralmente opuesto, Juan Alberto, también con 37 años, es rubio, atractivo, inteligente y ganador. Es un abogado exitoso que no para de viajar por el mundo, ya que como coaching prestigioso de una Consultora Internacional, ofrece soluciones de alto valor agregado a más de cien empresas de primer nivel. No está casado, aunque le sobran mujeres en cada puerto y por el momento no piensa tener hijos ni sosegarse.
Juan, tomó el avión desde Paris a Sao Pablo y tras una breve pausa de dos horas y medias, abordó el vuelo 3021 hacia Argentina, con tiempo suficiente para un Coconut Latte en el Starbucks y un muffin de arándanos, apenas tibiecito.
Apurado como siempre, en el Charles De Gaulle, se detuvo en el free shopp y compró una manta de muselina para su abuela y un frasco de perfume para su madre, ese tan especial “con notas de nardos, azucenas, neroli, lirios del campo y flores de azahar”…según reza la publicidad y que usó en su juventud hasta conquistar a su esposo. Ella siempre le contaba que fue engendrado una noche de verano con perfume Chanel.
Pero el vuelo no fue para nada tranquilo. Al amanecer, atravesaron unas nubes oscuras y hubo mucha turbulencia, relámpagos, sacudones fuertes y vaivenes. Avisos de la tripulación en varios idiomas, un silencio nervioso en los pasajeros, cruces de miradas asustadas y hasta algunos llantos de varias mujeres.
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Natalio, como de costumbre, regresaba a su rancho casi al atardecer cortando camino entre los matorrales de la zanja y sus pasos cansados dieron con un paquete chamuscado que contenía una caja de cartón semiquemado con un frasco dorado. Ni bien llegó, se lo entregó a Eudige como regalo, mientras ella exclamaba a los gritos la alegría de tener, por primera vez, un tan preciado y regio perfume.
Sin demoras, se puso en el cuello, en las muñecas y entre los senos, guiñándole un ojo. La noche era calurosa y en el colchón prestado, quedaron atrapados los olores de flores exóticas y sudor.
Pasaron cinco años y la morochita, mientras peinaba a sus tres hijos para llevarlos al jardín de Infantes, abrió el cajón de la roída mesita de luz para buscar una hebilla, y vio de refilón, ese viejo recorte del diario local con fotos de su casa en medio de un centenar de autos, gente y ambulancias, agolpados durante semanas en la zona, para rescatar sobrevivientes de un tremendo accidente aéreo, donde apenas se salvaron cuatro mujeres, un señor mayor y dos bebés…y ese frasco de perfume, ya vacio.
Cansinamente y con sus ojos achinados, deletreó una vez más el nombre impreso en el vidrio… C.h.a.n.e.l..Nº 22 y pensó de quién sería ese magnífico elixir de amor?...