CASI COMO EN EL TITANIC
CASI COMO EN EL TITANIC Hace algunos años, nos embarcamos en un Crucero desde Atenas a Estambul, mi mujer, mi hija mayor y su esposo. Al llegar a Kusadassi, un fuerte viento con oleajes medios, impidió que atracase en ese puerto y por los parlantes, anunciaron que se postergaba la excursión por la ciudad y a las ruinas de la semienterrada Efesso, verdadera maravilla de la arquitectura helenística, sede del Templo de Diana, una de las Siete Maravillas de la Antigüedad, de la que solo quedan tres columnas gigantescas en pie y la Casa de la Virgen, donde la tradición afirma que es el lugar donde María culminó sus días, visita que realizamos posteriormente.
En la cena, por cortesía del Capitán y rotando entre los pasajeros, nos tocó compartir su mesa y en una simpática charla trivial, le preguntamos el motivo por el que no pudimos amarrar en ese puerto. En su mezcla de lenguas, nos contó que dicho atracadero es muy peligroso y que dos años antes, su gran amigo, también capitán de otro barco, chocó al ingresar, perdiendo su cargo y su graduación…
Y si…. Casualmente, nosotros estuvimos ahí; aunque sin mayores consecuencias, fue un hecho muy parecido al Titanic y lo vivimos con mucha emoción. ………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Haciendo el mismo recorrido, pero con mi hija menor, que acababa de cumplir quince años y este viaje era su regalo, hicimos un crucero por el Mar Egeo. En su trayecto, debíamos llegar a Kusadassi…pero resultó muy accidentado, ya que al ingresar al puerto, un fuerte oleaje hizo que el gran barco chocara estrepitosamente contra una escollera de piedras, quedando totalmente destruida, al igual que una buena parte de la proa.
El golpe nos estampó contra los muebles del camarote y después de un gran silencio con los motores detenidos, escuchamos los anuncios en todos los idiomas pidiendo calma y tranquilidad. Esto ocurrió, exactamente el domingo 6 de abril de 1998 y si bien, no fue un tremendo accidente y no tengo datos si hubo víctimas, las medidas internacionales de seguridad obligaron a que a las pocas horas llegara otro crucero de igual porte, colocándose de costado con decenas de puentes peatonales, por donde todos los pasajero y tripulación, con el equipaje de mano y chalecos salvavidas de color amarillo señal, en medio de la noche, abordáramos el auxiliar.
Ni bien terminaron las múltiples tareas, emprendió raudamente el retorno a Atenas, sin cenas, sin casino, tiendas, magos, ni shows danzantes…eso sí: con canilla libre para todos.
La experiencia fue impactante, única y seguramente a todos nos trajo a la memoria esas imágenes tan espeluznantes de catástrofes en el mar, tan internalizadas por el cine, especialmente después de ver una y mil veces “Titanic”. Hoy, con una sonrisa, recuerdo que en varios momentos de tensión, entre nervioso y disimulada calma, a la par de desconocidos pasajeros de múltiples nacionalidades, canturriaba y silbaba la universal y famosa canción de Celine Dion…"My Heart Will Go On"… sin importar demasiado que el viaje terminaba, felizmente, antes de tiempo.